domingo, 7 de diciembre de 2008

Articulo. Por el capitalismo fundamentalista a la crisis social


¿Hacia dónde vamos?.

Los momentos actuales no son buenos para nadie excepto para los de siempre. Esos que están por encima de estas menudencias. Hace poco vi un programa por TV (los Reporteros) en el que parecieron algunas altas damas y sus jóvenes vástagos. Sus problemas no eran de este mundo para ellas, el problema de cada día era como echar las horas fuera y para ellos, en como gastar el dinero: ropa, coches… Uno de ellos afirmó no tener suficiente días el año para usar todas sus camisas y otro, que cambiaba de coche a ritmo de antojos. Según dijeron, el dinero estaba para gastarlo. Perogrullo que nos muestra sus pocas carencias y necesidades; otros jóvenes, más ordinarios, hubieran expuesto enseguida sus vergüenzas al aire: para comer, para la hipoteca, para los estudios, para cubrir necesidades…Y no mencionemos lo que hubieran dicho los jóvenes marginados que, al mismo tiempo, en otra cadena, podían verse entre basura y chabolas. ¡Qué dislate!
Hace unos días, una persona situada en buena atalaya, afirmaba que si bien la clase pobre estaba aumentando como podía observarse a través de los desahucios, asistencia a los comedores sociales, ayudas de cáritas, recogida de alimentos deteriorados en las puertas de los supermercados, también lo estaba haciendo la clase rica pues sus adquisiciones: obras de arte, joyas, mansiones suntuosas y coches de alta gama, no sólo no cesaban sino que subían. Lo que viene a decirnos que es la clase media la que está sufriendo más crudamente las consecuencias de esta crisis económica y, si esto es así, y así se percibe en la calle, ¡cuidado!.
Hasta ahora, la clase media, en las sociedades desarrolladas, ha sido una franja de banda ancha en medio de otras dos estrechas: la clase de los ricos y la de los pobres. Esta amplia banda ha venido amortiguando las embestidas entre las dos sistemas políticos extremos: el capitalismo y el comunismo. Nadie, a estas alturas, ignora que este último ha sucumbido ante el escaparate consumista de occidente pero, ¡un momento!, en Rusia, con ambas experiencias vividas, actualmente hay división de opiniones sobre la bondad de ambos sistemas.

No es previsible una vuelta de los socialismos pero el fuerte contraste entre ricos y pobres siempre es incitante. Las desigualdades condujeron a los burgueses a las revoluciones liberales; la miseria de los famélicos llevó a estos a las dictaduras proletarias, ¿a dónde puede llevarnos el mundo actual?.
El brillo que, en los últimos años, ha venido desprendiendo el capitalismo desaforado y la excelente colaboración con la que ha contado de nuestros gobiernos neoliberales (sean de la tendencia que fueren) ha hecho que las sociedades desarrolladas, sobretodo, se hayan convertido en un conjunto de autómatas consumidores y, en las sociedades no desarrolladas, ha creado la ilusión de serlo. Así pues, los mercados han roto fronteras y los productos, de uno y otro lado, pasan por la nariz de todos: ricos y pobres. El gran escaparate de la televisión ha igualado la vista de la humanidad y ha llevado a gran parte de ella a la lucha, a veces desesperada ( cayucos, migraciones clandestinas), a veces ilegal (trabajos indignos, salarios de hambre, abusos de jornadas, mafias), por conseguir un mundo mejor al que solemos confundir con la posesión de bienes materiales. Este panorama ha proporcionado enormes beneficios a muchas empresas, ha disparado la cotización de los endiosados ejecutivos pero el valor del individuo corriente, del trabajador normal, de las clase media, incluso de las propias naciones (hoy se habla de mercados) se hay depreciado. ¿Hacia dónde vamos?
El no reconocimiento de los meritos de la clase ilustrada acabó con las monarquías absolutas y la omnipresencia eclesiástica; el desprecio a la clase proletaria dio el finiquito a las monarquías parlamentarias (las actuales son residuales) y relegó lo espiritual. La actual irrespetuosidad a la clase media, hasta ahora mayoritaria en las sociedades de bienestar, ¿dónde puede acabar?... La historia advierte. Repasemos los movimientos sociales de los siglos XIX y XX. Claro que, como dice el dicho: es el hombre el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
La dignidad es natural a toda persona y toda persona tiene derecho a una vida digna. Las constituciones, los partidos, los líderes políticos teorizan, pero sus promesas no llegan y además, teorizan y legislan para minorías y el mundo hoy es más complejo. Tal vez habría que inventar una nueva ideología pero, ¿dónde está el ideólogo? y, ¿sus apóstoles?... ! El mundo está huérfano !.Aquel antagonismo ideológico de los partidos, hoy ya no existe; sus diferencias son cuestión de matices. La política, como la economía, se ha globalizado. En los partidos, sus dirigentes se han reconvertido en "ejecutivos" que buscan protagonismo o puestos bien remunerados. !El altruismo se ha acabado!.
Hoy, lo que es evidente y ello se percibe en la calle, es que la banda ancha de la clase media se va deteriorando; se deshilacha; disminuye sus dimensiones al compas del trasvase de sus gentes hacia uno y otro lado: al de los ricos y al de los pobres. El colchón amortiguador de las embestidas sociales se está desinflando; va camino de colchoneta.¿Y si desapareciera?.
En estos últimos años se están moviendo muchas cosas. El mundo se ha hecho pequeño; no hay distancias. Se están mezclando sus gentes; la interculturalidad es un hecho. Los intereses se han desnaturalizado; pendonean por todos lados. Se han derribando tabúes; un negro preside un país de blancos. Los conocimientos, los descubrimientos, los adelantos técnicos y científicos y las formas de vida, se publicitan por todos lados incluidos los pueblos subdesarrollados. Tenemos un mundo distinto al de nuestros abuelos; ni siquiera se parece al de hace diez años. Es un mundo de ritmo frenético que exige un cambio de actitudes y conceptos. Es un mundo nuevo que va necesitando de un orden nuevo.
Irónicamente hay quien afirma que a Obama, el virtual presidente de los EEUU de América, por las consecuencias mundiales que conlleva su cargo y por las expectativas que crea en todo el planeta, debería haber sido elegido por todos los habitantes de la Tierra

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