viernes, 19 de diciembre de 2008

Jornada laboral de 65 horas.





JORNADA LABORAL DE 65 HORAS.

¿A qué jugamos?.

Nadie ignora que el capital es el motor del desarrollo de los pueblos y de su calidad de vida pero también de sus miserias. También sabemos que el capital actúa en las personas como una droga pues puede engancharse a él de tal manera que esta sea incapaz de frenar su consumo o de conformarse con determinadas dosis. Constantemente querrá más, más y más hasta llegar a un mal desenlance.

Todo en esta vida requiere de la moderación: la bebida, la comida, los ejercicios deportivos... Igualmente el capitalismo que de no practicarla debe vérselas ante un ente ( llámese Gobierno) que llegado su descontrol, su perdida de orientación o peligrosamente se lance al vacio, tiene la obligación de reconducirlo y volverlo a poner en el buen camino que no es otro que el de servir al desarrollo social y la mejora de la vida en general.

El capital, como cualquier otro bien, debe estar al servicio de la humanidad puesto que parte de sus materias primas, necesita de sus hombres y se apoya en sus instituciones. Está bien que sus gestores reciban el mérito social y pecunario correspondiente a su ingenio, a su esfuerzo y capacidad pero, estos no deben olvidar que sus situaciónes personales y sus desarrollos intelectuales son debidos a la sociedad o sociedades que los han formado.

Por ello, todos debemos velar por el desarrollo (en todos los sentidos) de los países, por su equidad y calidad de vida. Debemos dar al capital la importancia que tiene; debemos respetar las personas que son capaces de generar riqueza y de proporcionar a las comunidades una vida mejor pero, todo dentro de un orden, sin perder nunca de vista el horizonte de la dignidad humana.

Así parece haberlo entendido, por ahora, la Eurocámara al rechazar la normalización de la extensión de la jornada laboral a 65 horas pese a la propuesta ( con contadas excepciones ) de los Gobiernos Europeos. La calidad de vida ya está siendo suficientemente deteriorada con la crisis económica como para que encima se alargue la jornada laboral a 65 horas. Si echamos cuentas del tiempo que requieren esa jornada laboral, los desplazamientos de ida y vuelta al trabajo, las llevadas y recogidas de los hijos a las guarderías y colegios, las labores domesticas ( los sueldos obligan) nos sorprenderíamos con la existencia de personas (mujeres sobretodo) con 1o5 horas de trabajo semanal. ¿Se pretende hacer del hombre “ordinario” un ser meramente laboral?, ¿un hombre carente de tiempo para sí mismo y su familia?... En beneficio de ¿qué? y para ¿quién?. ¿De un Estado más rico?;¿en qué?, ¿de una mayor calidad de vida?; ¿de quién?.

Estado somos todos: gobernantes y gobernados; ricos, clases medias y pobres; financieros, ejecutivos, operarios y parados; minorías y mayorías pero sobretodo, estas últimas. La democracia afirma, a boca llena, ser el sistema de las mayorías sobre las minorías. Pues bien esos países europeos que han llevado a la Eurocamara esa propuesta ¿ a quienes representan?, ¿a las mayorías de sus gentes?. Pase que buscando el bien común, los Gobiernos inyecten dinero público a los bancos privados y a las industrias privadas. Todo sea por mantener el poder adquisitivo de sus ciudadanos, aunque de camino se salven directamente de la bancarrota numerosas entidades y empresas mal administradas, pero lo que no pueden hacer los Gobiernos es volcarse sólo hacia un lado. El aumento de la jornada laboral en 25 horas más ¿de qué lado cae?.

Acaso Europa pretende defenderse de la competencia de la mano de obra barata de los países subdesarrollados (hipocresía del capitalismo) a costa de alargar su jornada laboral. ¿Eso no es convertir la mano de obra europea en mano de obra barata?. Pensaba que estábamos obligados a combatir los abusos del capitalismo en esos países donde los salarios son de hambre, donde se recurre a la mano de obra de niños, de jornadas abusivas, de despreocupación por los riesgos laborales y no de hacerlos extensibles al resto del mundo. ¿Me equivocaba?.


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