jueves, 20 de noviembre de 2008

Anecdotario



Nº 1 . !Qué cante el guía!

Era verano y la expedición de profesores del norte, cantaba destempladamente camino de Granada. Yo, andaluz nada dotado para el cante y la jarana, iba de guía turístico. Los ánimos fuéronse calentando y algún que otro viajero se destapó con alguna gracia personal. De pronto una voz se alzó por encima del jolgorio y gritó:
- ! Que cante el guía !
Inmediatamente fue coreado por casi todo el autobús:
- !Que cante !, !qué cante!, !qué cante!.
Alguién llegó a mi lado y me entregó una guitarra para que me acompañara de ella.
- Lo siento señores- afirmé con cierto apuro- no sé cantar ni tocar.
- !Vamos anda!.- gritó una profesora desde el fondo- ¿Cómo tú siendo andaluz no vas a saber cantar ni tocar la guitarra?
Y así debió entenderlo gran parte de los excursionistas pues, desde aquel momento, las simpatías hacia mi persona cambiaron.


nº 2. !Anda que está mala!

Cierto día tomabamos café unos cuantos andaluces y dos chicarrones del norte. De pronto se interrumpió la conversación . A pocos metros de nosotros una monumental joven pasaba. La contemplación de aquella beldad nos dejó a todos mudos. Cuando por fin conseguimos respirar, uno de los andaluces exclamó :
- ! Anda que está mala !
- ¿ Mala?. Pues chico, no se qué quieres. - afirmó sorprendido uno de los chicarrones- ! Yo, la veo muy bien!


nº 3 . !Viva la Virgen del Rocío!

Por primera vez me encontré realizando un deseo de años: ir al Rocio. En caravana automovilistica desde Sevilla al Rocio, bajo un sol que echaba fuego y con mucha marcha en el cuerpo, me presenté en el recinto rociero. Mi primera vista a la ermita; mis primeras palabras a la Virgen y mi primer pensamiento visitar la casa alquilada de unos amigos, habituales"rocieros"de todos los años, que llevaban ya allí varios días.Tras un andar infinito por un mar de arena, evitando choques humanos y equinos,vine a dar con la casa de mis amigos que ya estaban de jarana tapeando y bebiendo.
Alegría de bienvenida, alegría ambiental, alegría, alegría y afonías, carrasperas, ojeras de no dormir...Tras la primera copa, una segunda, una tercera... Jamón, queso....Sevillanas rocieras acompañadas de palmas, guitarras y cante...
-Bueno, lo que te pida el cuerpo no repares. Estás entre amigos y rocieros. Aquí to es de toos , así que lo que te pida el cuerpo y dejemonos de cumplidos. Arriba están las camas; en la cocina la comida y en el frigorifico las cervezas y el vino. - !Viva la Virgen del Rocio! y el coro: - !viva!
- Aproposito- pregunté a mis amigos- ¿Habeis visto que bonita está la virgen ?.
Todos se miraron entre sí y callaron luego, uno de ellos, sonriendo respondió: - !No!. Aún no hemos tenido tiempo.

Nº 4 .!Vale paisa,vale!

No todo le ocurre a uno. Cierto día de verano, hallándome en Algeciras metido en un caos de tráfico, un solitario guardia municipal (actualmente policía municipal trataba de dirigir el tráfico. Automóviles por aquí, automóviles por allá; peatones por aquí y peatones por allá, motos, autobuses… ¡La marabunta!. Y todo porque un prepotente tráiler cargado de flamantes automóviles había surgido por una calle lateral y pretendía girar hacia la izquierda. Naturalmente aquello requería de complicadas maniobras pero hete aquí que un viejo Peugeot lleno de marroquíes de todas las edades y sexos; con una baca cargada con más de un metro por encima del techo y un maletero semiabierto, a tope ambos de equipaje, impedía al tráiler maniobrar y aquella era la única solución para descongestionar aquel caos.
- Venga, venga p´atrás.- indicó el policía al conductor del Peugeot desabridamente.
El conductor del Peugeot, hombre de edad madura, redondeada calva y espeso bigote, sudoroso y con ojos como platos, no entendiendo bien al policía, sacó su cabeza por la ventanilla y preguntó
- ¿Qué paisa?. ¿ Qué paisa?
- ¡P`atrás!. ¡Que tires p`atrás coño!- exhortó el policía dando con la mano un fuerte golpe sobre el capó del Peugeot .
- !Vale paisa, vale!. No problen, no problen. – exclamó el conductor molesto por los modos del policía e intentando tranquilizarlo.- Yo no entender bien.
- Venga, tira de una puñetera vez y calla. No sé porqué leche tenéis que venir todos en las mismas fechas – replicó el policía presionado por el clamor de los conductores y los claxon de los automóviles.
- Ya, ya, p`atrás pero no olvides paisa, que vosotros también habéis sido emigrantes

Nº5 . Usted dirá.

Estando desempeñando el cargo director de un I.E.S hube de llamar a una madre a mi despacho para plantearle la expulsión temporal de su hijo (un alumno marroquí). Este había pegado a un alumno más pequeño y además era reincidente de mal comportamiento.Una vez la madre en mi despacho, entablamos el consabido circunloquio de inculpaciones por mi parte y de justificaciones por la suya.- Pues que sepa usted, señor director, que la cuestión la inició el otro alumno.
- Bien, eso es lo que le dice su hijo- afirmé- pero su hijo raro es el día que no tiene problemas de disciplina. Los profesores están hartos y no dejan de quejarse de su comportamiento
- Ya. Lo que pasa es que le tienen manía
- Venga, señora. – afirmé un poco molesto- Eso no es cierto.
- ¿ Qué no?. ¿Sabe lo que le digo?
- Usted dirá.
- Que mi hijo siempre es el que paga y eso, no es así. Aquí, o todos moros o todos cristianos.

Nº6. El recluta 733.

Y llegó la mili. Fue en aquel servicio que había que prestar a la patria pero que en realidad a quienes se les prestaba era a los profesionales ( llamáranse suboficiales, oficales o Jefes). Todos: mecánicos, conductores, fontaneros, albañiles, electricistas a su servicio. Hasta los menos dotados hacian de asistentes o de limpiabotas. Pues bien, en aquel lugar de Cerro Muriano, provincia de Córdoba, lugar de desnaturalización humana y de su reconversión en autómatas, con un ambiente de analfabetismo y de intimidación cuyo primer contacto con el ejercito consistía en la audición de castigos y la supresión de los nombres de pila por fríos dígitos, siempre había algún suceso que contar:En la compañia asignada a gaditanos y sevillanos, 120 reclutas: campesinos, obreros, escribientes, estudiantes, titulados universitarios con el servicio militar a cuestas, se encontraron ante 120 camas- literas de tres niveles y dispuestas a todo lo largo del pabellón.
- Necesito un recluta con estudios. !Tú! - señaló el sargento de la compañia al un recluta de buen brillo que tenía próximo.- ¿Eres estudiante?
- Soy maestro, señor.- contestó este.
- Bien toma este cuaderno y anota el número de la cama y del recluta al que se le asigne. Vas hacerme de secretario. ! A ver, reclutas! - gritó desaforado el sargento rodeado de cuatro "perdonavidas" (soldados veteranos) que como "guardaespaldas"cubrían sus flancos - Voy a asignaros las literas. No quiero cambios. A quien le toque abajo, abajo; a quien le toque arriba, arriba. ¿Está claro?. Miró desafiante a todos sus nuevos borregos que, con los macutos al hombro, no perdían palabra! - ! Tú!, - advirtió el sargento despectivo a su recien nombrado secretario- ! Anota!. Recluta numero 732, litera 1; recluta 733, litera 2; recluta 734, litera 3.... y así hasta que llegaron al último recluta y a la última litera.
Concluido el reparto cada recluta tomo posesión de su litera y quedó en de libertad vigilada. A media tarde:- !Aaatención compañía!. ! El Capitán!.- gritó el soldado de guardía.
El capitán avanzó napoleonicamente por el pabellón hasta detenerse en medio de la galeria. Miró a un lado, a otro y de pronto gritó: - ¿De quien es esa litera?. !Se os han dicho que las camas tienen que estar en perfecto estado de revista hasta el toque de queda!. !Sargento!
- !A sus órdenes mi capitán!- respondió este marcialmente luego, encarándose a los reclutas preguntó - ¿ De quien es esta litera?. ¿ Quien tiene asignada esta litera?. ¿ Quien está en esta litera?El silencio fue la respuesta.
El capitán y el sargento no salían de su perplejidad. Allí nadie se inmutaba. Parecía como si aquella litera no tuviera dueño. - ¿Seguro que están presentes todos los reclutas?. - preguntó el oficial
- Completamente seguro, señor- respondió el sargento.
- ¿Entonces...? !No lo entiendo!.¿Donde está la lista?- preguntó el capitán
- En la oficina, señor- respondió el Sargento.
- Mande por ella.
El sargento se dirigió al recluta que le había hecho de secretario y le ordenó fuera a recogerla. Apenas hubo regresado con ella el sargento le requirió el propietario de la litera.
- Corresponde al recluta 733- afirmó este
- !Voceelo!- ordenó el capitán al recluta-secretario.- !Recluta 733.!- gritó el recluta-secretario. De nuevo el silencio.Todos miraban a todos pero, nadie contestaba. - !recluta 733!.¿ Quien es el 733?.! El 733! - el recluta-secretario se desgañitaba gritando. Depronto, el recluta-secretario enmudeció. Había dado con el recluta 733. Miró al capitán pero no se atrevió así que optó por el sargento.
- Mi sargento, el recluta 733 soy yo.-

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